“Es una universidad, aquí también estudian”, le dice una madre a su hija -siete años, coleta balanceadora- mientras ambas se encaminan al salón de actos del Campus de Madrid-Princesa de la Universidad Nebrija. Algo no casa, parecen buzos en el desierto. No forman parte del hábitat natural de una universidad; sin embargo, son reales. Esos “locos bajitos” -como diría Serrat- y sus madres y padres arrinconan a los académicos y otros representantes institucionales. Hoy son los protagonistas y lo saben. ¿Qué despierta esa curiosidad? El acto más entrañable de todos los programados en el V Centenario de Antonio de Nebrija: la presentación del libro Nebrija. El sabio que amaba las palabras, un título recomendado para niños de entre 8 y 11 años, editado por Planeta en coedición con la Fundación Nebrija y la Universidad Nebrija e incluido en el Programa Editorial 2022 del Año Nebrija.
La autora Ana Riera y el ilustrador Óscar del Amo, madre y padre de un libro arropado por más familia, sonríen a sus futuros lectores mientras reconocen que aceptar el encargo y ponerlo en pie los llevó a conocer mucho más del humanista Antonio de Nebrija, “un superhéroe sabelotodo adelantado a su tiempo”. Como la primera parte de la presentación, ambos, “con nuestros dones de unir palabras y de unir trazos”, se dirigen, desde las páginas, a los más pequeños de una manera “divertida y rigurosa”. La imaginación, el hábito de lectura y el desarrollo del lenguaje aparecen en cada gesto de Nebrija, en cada pliegue de su ropa y en todo lo que rodea a su figura.
Ana Riera desvela que el libro, que presenta en las páginas finales una serie de juegos de palabras, está especialmente pensado para los niños, aunque puede servir de grata lectura a los adolescentes, a los universitarios y a los que peinan canas. Su voz consigue el silencio en la sala: “Me apetece contaros unas cuantas cosas de Nebrija para que os podáis convertir en buenas y buenos nebrijeras y nebrijeros. Nebrija nació alrededor de 1444 -por aquel entonces no había ordenadores ni aparatos tecnológicos, a veces las fechas no son exactas-, pero lo que sí sabemos es que a Nebrija se le daba muy bien esto de aprender; sus profesores se dieron cuenta y lo animaron a ir a la universidad donde adquirió muchos conocimientos y más tarde escribió la primera gramática de la lengua castellana; es decir, todas esas reglas que hacen posible que hablemos el castellano… para que lo entendáis, esos esquemas que aparecen en vuestros libros de lengua”.
La imaginación de una persona “muy curiosa y muy inquieta”
Riera recalca que Nebrija era una persona “muy curiosa y muy inquieta” que, aparte de la gramática y la ortografía, “se atrevió” con otros campos como la astronomía, la historia, la enseñanza… de ahí lo de “superhéroe sabelotodo”.
Sobre la imaginación del primer humanista hispánico, habla Óscar del Amo. ¿Cómo plasmar esa condición tan abstracta en el libro? “Veo a Nebrija como alguien que desde pequeño tiene mucha imaginación y ve letras por todas partes que le van contando cosas, por eso en las páginas hay letritas que lo acompañan y también un niño, una niña –a pesar de que Nebrija crezca, su infancia siempre permanece- y un búho y un topo que reflejan la sabiduría y la curiosidad”. Mientras mira al público y escucha a su compañera, dibuja a Nebrija y sus amigos en una pizarra. Los niños no pestañean. “Cuando acabe la presentación os dedicamos el libro y os hago un dibujo”, les dice.
En ese momento, Paula, Bárbara, Laia y Mónica -del equipo de Actos de la Universidad Nebrija- ejercen de flautistas de Hamelin y guían a los niños a un aula donde les esperan juegos y otras actividades en torno a Antonio de Nebrija. Prometen devolverlos a sus padres. En ese momento, la sala se transforma en una sala de debate para mayores, pero sin perder de vista que “la infancia permanece”.
Una asignatura pendiente
Por cierto, también hay intervenciones institucionales, pero todos los que intervienen saben que los que deben llevar la voz cantante son la autora y el ilustrador. José Muñiz, rector de la Universidad Nebrija, reconoce que organizar algo para los niños era “una asignatura pendiente” dentro del programa oficial del V Centenario. La presentación de este libro “encaja muy bien, porque Nebrija tiene escritos “pioneros” sobre la educación de los niños -por ejemplo, De liberis educandis libellus-. “Nebrija no era ajeno a la educación infantil y seguro que nos está viendo hoy. Es un libro que hay que tocar, olerlo; ajusta el tono al lenguaje de los niños y sus ilustraciones son una obra de arte”, opina el rector.
Diego Moldes, director de Relaciones Institucionales de la Fundación Nebrija, agradece al resto de familiares de Nebrija. El sabio que amaba las palabras su esfuerzo por llevar a buen puerto el proyecto: Juan Antonio Escarabajal, director de Desarrollo Universitario de la Universidad Nebrija; Lola Pons, catedrática de la Universidad de Sevilla; Luis Ortiz y Gemma Arbusà, de la editorial Planeta, y todo el personal de la Fundación Nebrija, la Universidad Nebrija y la editorial Planeta. Por supuesto, Riera y Del Amo tienen un apartado especial en sus palabras, porque “es muy difícil sintetizar todo lo relativo a Nebrija en este libro”. Por su parte, Begoña Ladrón de Guevara, presidenta de la Confederación de Padres de Alumnos (COFAPA), da las gracias por contar con los niños y las familias a la hora de “transmitir nuestra historia a las futuras generaciones”.
“Un niño que sigue jugando con las letras”
En el debate de adultos, en espera del regreso de los niños, Ana Riera afirma que para escribir un libro infantil lo primero tienes que documentarte, ir a la esencia del personaje o la historia y luego volcarla. “Me enamoré de Nebrija, descubrí cosas de él que no conocía. Fue un niño incluso cuando ya era una persona mayor, un niño que sigue jugando con las letras”, confiesa. Óscar del Amo complementa las palabras de su compañera: “Intento hacer que los niños entiendan lo que yo estoy entendiendo, entablo un diálogo con el niño que llevo dentro. En el libro hay un acercamiento a las letras, que interactúan con Nebrija en un plano visual”. Diego Moldes, refuerza esa idea: “Ese juego de letras que revolotean incluso al aire libre me parece una forma divertida de acercar la obsesión de Nebrija por las palabras”,
Ambos explican que los recuadros en forma de pergaminos que jalonan la historia principal “dan juego para un lenguaje más distendido”. El “enganche” con los niños está garantizado con guiños actuales en los que aparece Nebrija manejando un móvil -“A Nebrija le gustaban las palabras y jugar con ellas. Seguramente, en el caso de que viviera hoy en día, estaría encantado de tuitear con sus amigos” – o cuando cuentan que Nebrija fue pionero en la defensa de los derechos de autor y su figura se empareja con Los Beatles, Elvis Presley o Picasso.
Diego Moldes descubre al fondo de la sala que hay dos niños muy pequeños en el salón de actos: un bebé de tres meses y medio, Dídac, y Èric, de 2 años, hijos de la vicerrectora Cristina Villalonga. “Lo bueno de los libros es que quedan ahí y el bebé de Cristina podrá leer este de Nebrija cuando pasen unos años”, comenta. Por la noche, Nebrija. El sabio que amaba las palabras ya reposará en el dormitorio de los niños a la espera de ese futuro lector y de su hermano, que ahora mira todo y a todos con una curiosidad infinita. ¿Se habrá convertido ya en un nebrijero?
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Algunos fragmentos del libro
“Su propio manual de latín –Introductiones latinae– se publicó en 1481, fue uno de los primeros superventas de la historia con más de doscientas ediciones en casi toda Europa. Fue el libro de texto de la asignatura de latín hasta el siglo XIX en todas las universidades españolas”.
“Nebrija fue un hombre adelantado a su tiempo, ya que su Gramática de la lengua castellana apareció 37 años antes que la primera gramática italiana, 44 años antes que la primera gramática portuguesa, y 58 años antes que la primera gramática francesa”.
“Nebrija estaba muy ocupado para asistir a la universidad. De hecho, faltaba mucho a clase. Y eso, cuando se trata del profesor, puede ser un problema. ¡Sobre todo para los alumnos! No es de extrañar, pues, que al iniciarse el curso de 1508-1509, la Universidad de Salamanca decidiera quitarle la plaza de profesor por sus prolongadas ausencias. Vamos, que se quedó sin trabajo”.
“Para escribir bien, además de estudiar las normas de escritura, es muy importante leer mucho. ¿Sabéis por qué? Pues porque cuando leemos, las palabras, sin que nos demos cuenta, se van quedando grabadas en nuestro cerebro. ¡Y luego, cuando tenemos que escribirlas, las visualizamos y las anotamos correctamente!”.
Aquí puedes ver un video resumen del acto.
Texto: Javier Picos. Fotos: Zaida del Río.